lunes, 27 de enero de 2014

viernes, 24 de enero de 2014

2. Marco histórico y cultural

2.1. Sociedad y cultura

A pesar del movimiento crítico ilustrado. La sociedad del siglo XVIII, en esencia, es parecida a la del siglo anterior: 

  • En política, la monarquía absoluta se impone a la Iglesia; en lo social, aunque crece la burguesía, se mantienen los privilegios de la nobleza y el clero.
  • En el ámbito religioso, los ilustrados critican el poder de la Iglesia y los dogmas[creencias indemostrables], con la ilustración se difunde una actitud tolerante hacia todas las creencias.
  • En el pensamiento se produce la mayor renovación: la cultura valora la ciencia y la filosofía, y se difunden las teorías sobre el bienestar social, el humanitarismo y el deísmo. Finalmente, se defiende un arte didáctico o utilitario.

2.2. La estética. El neoclasicismo

Ejemplar del volumen I de L'Encyclopédie(1751), en el Museo de Teyler
El estilo del siglo XVIII es el neoclasicismo que se  le conoce como el Siglo de las luces porque el hombre rechaza todo aquello que le sea impuesto y sólo admite lo que le llega a través de la luz de su razón.

Se inspira en el modelo grecolatino y renacentista, donde influye el Renacimiento y se rechaza el Barroco y el medievalismo. Pretende reflejar el buen gusto valorando la naturalidad,el equilibrio y la autenticidad.

Presenta temas y personajes genéricos, es didáctico y sigue las normas clásicas.

El arte neoclásico aspira a ser elegante, simple  y razonable.El predominio de lo racional sobre la imaginación otorga al arte neoclásico un cierto aire academista y frío.


2.3. La España del siglo XVIII

Tras la guerra de sucesión (1704-1714), se instaura la dinastía francesa de los Borbones, partidaria del reformista ilustrado, especialmente Carlos III, en la segunda mitad del siglo. Pero a partir de la Revolución Francesa (1789), por miedo al fenómeno revolucionario, se censura desde el poder cualquier tendencia racionalista y reformista.

En conjunto, el pensamiento ilustrado se difundió poco y tardíamente entre sectores cultos de la nobleza, el clero y la burguesía.

En conjunto, en el siglo XVIII, se distinguen tres períodos:


 Introducción de las primeras ideas ilustradas, con los reinados de Felipe V y Fernando VI, en la mitad del siglo.

 Difusión de las ideas reformistas, que recibieron apoyo desde el poder, durante el reinado de Carlos III.

 Durante el reinado de Carlos VI, la monarquía y la nobleza atacaron al cristianismo racionalista, por temor al radicalismo revolucionario.





2.4. Difusión del pensamiento ilustrado 

El pensamiento ilustrado es un pensamiento crítico sobre los fundamentos que sostienen la sociedad del Antiguo Régimen.

Este movimiento cultural  no solamente interesó a una minoría intelectual, sino también a otras clases de la sociedad como los nobles y los burgueses.

Este pensamiento se propago básicamente por los contactos con el extranjero (viajes y traducciones), por la acción de los libros y periódicos (que se crean en esta época), por las academias, la moda de las tertulias que siempre hablaban sobre temas ilustrados y alguna que otra sociedad por ejempla Sociedades de Amigos del País y finalmente por la aparición de la enciclopedia.


2.5. La lengua

Las personas cultas del siglo XVIII defendían un lenguaje claro, conciso y sencillo, y rechazaban con vehemencia las complicaciones barrocas, muy extendidas en algunos ámbitos como por ejemplo, en los sermones eclesiásticos.

La influencia francesa se refleja en la incorporación de numerosos galicismos, que provocaron la crítica de los puristas de la lengua.

Entre los escritores ilustrados críticos del lenguaje barroco destacan Feijoo y el padre Isla, que hace una parodia de los predicadores barroquizantes en su novela Fray Gerundio de Campanzas.

A lo largo del siglo XVIII se incorporan galicismos, algunos de os cuales respondían a un cierto esnobismo, por lo que se acusó a los ilustrados de extranjerizantes y afrancesados. Frente a ellos se manifestaron los puristas de la lengua y se vivieron unos años de polémica. Al final impuso su autoridad la Real Academia , y quedaron incorporados los galicismos que respondían a las traducciones de términos poco usados anteriormente, por ejemplo, gabinete o espectador.
Los monarcas de la dinastía borbónica impulsaron
el avance cultural.
Alegoría de la fundación,por Fernando VI
,de la Real Académia de Bellas Artes de San Fernando.

2.6. La literatura española del siglo XVIII 


-En general la literatura del siglo XVIII no alcanza el esplendor del Barroco es inferior. Se distinguen tres etapas: posbarroco,neoclasicismo,preromanticismo

Posbarroco: Se desarrolla durante la primera mitad del siglo, pero no aporta nada nuevo, ya que repite temas y formas del siglo anterior.

Neoclasicismo: impone el buen gusto en temas y estilo, y supone el auge del ensayo
se consolida en la época de Carlos III, con el auge de las ideas ilustradas. Supone la uniformidad de estilo y predominio de lo racional.

Preromanticismo: Dos ultimas décadas del siglo, con una literatura que en su momento se califico de filosófica ya que su lenguaje combina el racionalismo y la emotividad.






3. El neoclasicismo

3.1 La poesía del siglo XVIII

La lírica del siglo XVIII no es emotiva ni original, ya que el clima de la época, racionalista y utilitario, no es propicio para este género.

Se distinguen tres tendencias:
  • Poesía barroca: su autor mas apreciado es Diego Torres Villarroel, por su poesía satírica, que sigue la línea de Quevedo.
  • Poesía neoclásica: destaca Meléndez Valdés, sigue los principios clásicos recogidos en la Poética, de Luzán. Los neoclásicos valoran la poesía didáctica y utilizarla, y cultivan los géneros clásicos que se ajustan a ese objetivo: la poesía anacreóntica y rococó, la oda, la sátira, la epístola y, sobre todo, la fábula. Esta última es el género didáctico por excelencia, en el que destacan Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego.

  • Poesía prerromántica: plantea temas metafísicos, pedagógicos o sociales con un tono de intensa emotividad. Es cultivada por Juan Meléndez Valdés, Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana y Alberto Lista.

Diego Torres Villarroel
Manuel José Quintana 
Juan Meléndez Valdés










3.2. Juan Meléndez Valdés (1754-1817)

 Juan Meléndez Valdés fue el mejor poeta español de su tiempo, gracias a su excelente formación clásica y moderna y unas dotes líricas poco comunes.

Sus poesías son una muestra de todos los géneros que se practicaron a lo largo del periodo. Él fue quien difundió la denominada oda anacreóntica, que siguió practicando hasta su muerte.
Compuso durante su primera etapa: Odas filosóficas y sagradas, la más importante poesía ilustrada intimista en las Elegías y Epístolas dedicadas a amigos y a personajes conocidos, e inició la moda del romance descriptivo e histórico-legendario y de la canción patriótica.

En su segunda etapa, evoluciona hacia el prerromanticismo y escribe romances legendarios como Doña Elvira, de tema social y tono humanitarista.


En prosa compuso la comedia Las bodas de Camacho el Rico y una colección de Discursos forenses, muy interesantes por sus avanzadas ideas ilustradas.

3.3. La prosa en el siglo XVIII

Como en otros géneros, en la prosa del siglo XVIIII se dan las tendencias posbarroca, neoclásica y posrromántica. Pero lo más significativo es el desarrollo del ensayo, con Feijoo y Jovellanos, que emplean un nuevo lenguaje natural, precioso y funcional. En la narrativa, el novelista más representativo es Caldaso.

En la prosa del siglo XVIII se distinguen tres estilos:

Prosa posbarroca: Representado por Diego Torres de Villarroel, con sus escritos satíricos y su novela autobiográfica de tono picaresco, Vida.

Prosa neoclásica ilustrada: Logra su gran claridad en el ensayo y en la crítica de Feijoo, Caldaso y Jovellanos. Como novelista destaca el padre Isla, con la obra Fray Gerundio de Campazas, una sátira sobre los predicadores que imitaban el estilo barroco y contra las supersticiones.

Prosa prerrománica: Aparece a finales del siglo en autores que habían iniciado su obra en la estética neoclásica, como Caldaso y Jovellanos.


Fray Benito Jerónimo Feijoo:

Es un autor de numerosos ensayos didácticos que le convierten en el intelectual más importante de su tiempo. Sus obras divulgan conocimientos muy variados con el objetivo de modernizar la sociedad de su época.

Fue muy criticado por los sectores conservadores, pero alcanzó una difusión considerable. Feijoo emplea un lenguaje conciso y anti barroco, muy adecuado a la finalidad didáctica de su obra.


José Cadalso (1742-1782)


Gran conocedor de los neoclásicos y prerrománticos, es autor de la obra narrativa más representativa de la Ilustración, Cartas marruecas.
 En ella, Cadalso realiza una sátira social siguiendo el planteamiento de las Cartas persas, de Montesquieu: un extranjero viaja por un país extraño y, desde su perspectiva de forastero, escribe unas cartas en las que comenta todo lo que ve, es decir, las tradiciones, la cultura… 

En la obra de Cadalso, el protagonista es el marroquí Gazel, quien, a lo largo de su viaje por España, escribe a su preceptor Ben Beley y a un amigo español, Nuño. En esas cartas repasa y critica las costumbres, las ideas y la organización social hispánica.



Melchor Gaspar de Jovellanos (1744-1811)

Escritor y político, vivió intensamente los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XVII, como recogen sus Cartas y Diarios. Participó en la política reformista de Carlos III y Carlos IV, como ministro, y en otros cargos importantes.

Ello le acarreó el destierro y la prisión durante siete años, tras los cuales combatió contra las tropas napoleónicas.


3.4. El teatro en el siglo XVIII

El teatro vivió una época convulsa en el siglo XVIII ya que se produjeron virulentas polémicas entre los partidarios del teatro barroco y los defensores del teatro ilustrado.

El dramaturgo mas representativo del neoclasicismo es Leandro Fernández de Moratín.

Las polémicas sobre el teatro fueron constantes durante una buena parte del siglo XVIII : los ilustrados defendían un teatro didáctico y verosímil, mientras que el publico aplaudía enfervorizado las obras barrocas y pos barrocas. Los enfrentamientos entre partidarios de uno y otro tipo de teatro alcanzaron a intelectuales, dramaturgos y espectadores con una pasión inusitada. Los ilustrados y neoclásicos rechazaban el teatro barroco de Lope y Calderón, pero sobre todo el de sus imitadores. Su censura se refería a la forma y al contenido.

La forma reprochaban que no se respetara la regla de las 3 unidades( de lugar, tiempo y acción) que aporta realismo a la obra.

El contenido denunciaban la falta de didactismo de las comedias y las violencia e inmoralidad de sus temas, ya que abundan las muertes, los raptos, violaciones...


  • Teatro posbarroco: La comedia posbarroca triunfa durante la primera mitad de siglos en los escenarios y en las imprentas. Se imita la comedia de capa y espada, las comedias de magia, que tienen un escenografía sorprendente,con encantamientos, monstruos.... También triunfan los autos sacramentales y los sainetes, herencia del teatro popular barroco.
  • Teatro neoclásico: Algunos dramaturgos intentaron crear un teatro neoclásico , Agustin de Montiano y Nicolás Fernández de Moratín, no tuvieron éxito.
  • Teatro prerromantico: En la ultimas décadas del siglo XVIII,el sentimentalismo prerromantico aparece en autores que se habían iniciado en el neoclasicismo. Ejemplo de ello es Jovellanos, con la obra El delincuente honrado

Ensayo de una comedia, Luis Paret y Alcázar. Óleo sobre lienzo,
1772 – 1773. Cuadro de gabinete.













4. Leandro Férnandez de Moratín

Leandro Fernández de Moratín:


Leandro Fernández de Moratín fue un poeta y reconocido autor teatral español y está considerado como uno de los dramaturgos más importantes en lengua hispana del S.XVIII.

Nació el 10 de marzo de 1760 en Madrid. Era hijo del autor teatral Nicolás Fernández de Moratín, y de Isidora Cabo Conde.
Fue educado en un ambiente culto e ilustrado con una formación 
autodidacta, aunque en contacto con autores que, junto con su padre, formaban la élite intelectual y literaria de Madrid de Carlos III. Viajó por Francia, Italia y Inglaterra donde fue influenciado por los últimos movimientos teatrales, lo cual fue fundamental para perfilar su formación como dramaturgo.

En 1796 fue nombrado Secretario de la Interpretación de Lenguas, lo que le permitió iniciar una etapa de prosperidad.
En 1799 fue nombrado director de la Junta de Dirección y Reforma de los Teatros, constituida de acuerdo con las repetidas solicitudes del propio Moratín y de otros autores neoclásicos. Y desde este cargo, promovió la difusión del nuevo teatro.

Al producirse la invasión napoleónica, se alineó con los afrancesados y ejerció algún cargo político. Tras la derrota francesa, tuvo que exiliarse a Francia. Los últimos años los pasó en Burdeos, donde conoció a su amigo Goya, y en París, donde murió el 16 de mayo de 1828.


Moratín dedicó su existencia a su pasión por el teatro y la reforma de este, no dejó de promover una renovación de toda la estructura teatral en la España de su época.
Tradujo Hamlet de Shakespeare en 1798 y adaptó: La escuela de los maridos y El médico a palos de Molìere, a quien consideraba su maestro, junto a Goldoni.
Destaca como autor de teatro pero también escribió poesía y prosa.

Sus obras más importantes fueron:


El viejo y la niña: Fue la primera comedia escrita por Moratín, se estreno el 22 de mayo del 1790.
 La comedia nueva o el café: Se estreno el 7 de Febrero de 1792 en Madrid.
El barón: Se estreno el 1803 en el Teatro de la Cruz.
La mojigata: Se estreno el 19 de mayo de 1804, en el Teatro de la Cruz.
El sí de las niñas: Fue la obra más importante que escribió, se estreno el 24 de enero del 1806.

Intención didáctica de las obras:

La intención didáctica del Barón y la Mojigata fue hacer que la burguesía fuera ella misma, sin falsear títulos nobiliarios ni fingir una religiosidad no sentida.
En el viejo y a niña y el sí de las niñas la intención que da a entender  es lograr una educación basada en la sinceridad y el afecto que pretendiera acabar con las bodas por conveniencia.
Y por ultimo en la comedia nueva o el café pretende hacer que el teatro popular no fuera excesivo en efecto y magia.


.