En la prosa del siglo XVIII se distinguen tres estilos:
Prosa posbarroca: Representado por Diego Torres de Villarroel, con sus escritos satíricos y su novela autobiográfica de tono picaresco, Vida.
Prosa neoclásica ilustrada: Logra su gran claridad en el ensayo y en la crítica de Feijoo, Caldaso y Jovellanos. Como novelista destaca el padre Isla, con la obra Fray Gerundio de Campazas, una sátira sobre los predicadores que imitaban el estilo barroco y contra las supersticiones.
Prosa prerrománica: Aparece a finales del siglo en autores que habían iniciado su obra en la estética neoclásica, como Caldaso y Jovellanos.
Fray Benito Jerónimo Feijoo:
Es un autor de numerosos ensayos didácticos que le convierten en el intelectual más importante de su tiempo. Sus obras divulgan conocimientos muy variados con el objetivo de modernizar la sociedad de su época.
Fue muy criticado por los sectores conservadores, pero alcanzó una difusión considerable. Feijoo emplea un lenguaje conciso y anti barroco, muy adecuado a la finalidad didáctica de su obra.
José Cadalso (1742-1782)
Gran
conocedor de los neoclásicos y prerrománticos, es autor de la obra narrativa
más representativa de la Ilustración, Cartas
marruecas.
En ella, Cadalso realiza una sátira social siguiendo el planteamiento de las Cartas persas, de Montesquieu: un
extranjero viaja por un país extraño y, desde su perspectiva de forastero,
escribe unas cartas en las que comenta todo lo que ve, es decir, las
tradiciones, la cultura…
En la obra de Cadalso, el protagonista es el marroquí
Gazel, quien, a lo largo de su viaje por España, escribe a su preceptor Ben
Beley y a un amigo español, Nuño. En esas cartas repasa y critica las
costumbres, las ideas y la organización social hispánica.
Melchor Gaspar de Jovellanos (1744-1811)
Escritor y político, vivió
intensamente los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XVII, como recogen
sus Cartas y Diarios. Participó en la política reformista de Carlos III y
Carlos IV, como ministro, y en otros cargos importantes.
Ello le acarreó el destierro y la prisión durante siete años, tras los cuales combatió contra las tropas napoleónicas.
Ello le acarreó el destierro y la prisión durante siete años, tras los cuales combatió contra las tropas napoleónicas.
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